Situación de partida
Aunque Centroamérica tiene una extensión territorial que apenas representa alrededor del 0,5 % de la superficie terrestre del planeta, esta región alberga más del 7 % de la biodiversidad a nivel mundial. Sin embargo, debido al cambio climático y al alto crecimiento demográfico, estos recursos naturales se encuentran en grave peligro. El Convenio sobre la Diversidad Biológica (CDB) de las Naciones Unidas, suscrito en 1992, tiene, entre otros, el objetivo de asegurar el acceso a los recursos genéticos y la participación justa y equitativa en los beneficios que se deriven de la utilización de esos recursos (Access and Benefit-Sharing, ABS). Por este motivo, la mayoría de los países signatarios del CDB aprobó en 2010 el Protocolo de Nagoya, un acuerdo internacional sobre medio ambiente, con el que se busca conciliar los intereses de los países de origen de los recursos genéticos —por lo general países en desarrollo y emergentes— y de los países que utilizan los recursos genéticos —casi siempre países industrializados—. El Protocolo de Nagoya entró en vigor en octubre de 2014 y desde entonces ha sido ratificado por un total de 117 Estados (a fecha de 30/03/2019; fuente: CDB), entre ellos Alemania en el año 2016.
El protocolo también tiene en cuenta los conocimientos tradicionales de los que disponen sobre todo las comunidades indígenas y locales, y que, en la región centroamericana, desempeñan un papel de especial importancia. Con frecuencia son las mujeres quienes poseen estos conocimientos. Para la implementación eficaz y eficiente del ABS y del Protocolo de Nagoya es preciso crear las condiciones y aportar claridad sobre las oportunidades y los riesgos.
Así, los recursos genéticos constituyen la base de un gran número de productos para la economía y la ciencia. Se utilizan en la biotecnología, pero también en productos farmacéuticos y cosméticos, jardinería, semillas, fertilizantes, pesticidas, alimentos y bebidas. En Centroamérica, este tema suscita muchas controversias: los Gobiernos desean impedir la biopiratería, es decir, la utilización ilegal de los recursos por parte de empresas e investigadores e investigadoras extranjeros. Por su parte, algunas organizaciones de la sociedad civil y comunidades indígenas se defienden también frente a la idea de que su base de subsistencia sea considerada un valor económico.
Objetivo
Los Estados miembros del Sistema de la Integración Centroamericana (SICA) —Belice, Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua, Costa Rica, Panamá y la República Dominicana— implementan primeras medidas para una distribución justa y equitativa de los beneficios derivados de la utilización sostenible de los recursos genéticos y los conocimientos tradicionales asociados a ellos.